FELIZ DIWALI! Es lo que mi amiga Mireia me ha dicho hoy, y al hacerlo me ha
introducido en esta maravillosa fiesta, que diversas religiones o simpatizantes
de ellas (como el hinduismo, el sijismo y el jainismo) festejan hoy.
Sobre todo me ha atrapado el simbolismo de la fiesta, que consiste
en la necesidad del hombre de avanzar hacia la luz de la Verdad desde la ignorancia
y la infelicidad, algo en lo cual creo profundamente, es por ello que intentaré
compartir de forma muy resumida lo que he encontrado sobre esta gran fiesta.
El Diwali (también Divali, o en sánscrito, Deepavali o
Deepawali) es una fiesta religiosa conocida también como el «festival de las
luces», que celebran miembros de varias religiones en India.
El Diwali es la entrada del nuevo año hindú, y una de las
noches más significativas y alegres del año. Se celebra una vez al año. Es un
día muy especial, en donde la gente suele estrenar ropa nueva, compartir dulces
y hace explotar petardos y fuegos artificiales.
La divinidad que preside esta festividad es Lakshmí, consorte del dios Vishnú. Ella es quien otorga la
prosperidad y la riqueza, es por ello que esta fiesta es una apertura a la
prosperidad y una oportunidad para dejar atrás todo aquello que no queremos. También
el dios Ganesha es especialmente
venerado ese día.
En esa ocasión, los sikhs celebran la liberación de su sexto
gurú, Hargonbind, y hacen un
homenaje a los diez gurús espirituales del sikhismo.
La fiesta tiene lugar en el decimoquinto día de la quincena
oscura del mes de kārttika (que cada año puede caer entre el 21 de octubre y el
18 de noviembre), y puede durar cuatro o cinco días. Conmemora la muerte del
demonio Narakasura a manos de Krishna y la liberación de dieciséis mil
doncellas que éste tenía prisioneras. Celebra también el regreso a la ciudad de
Ayodhyā del príncipe Rāma tras su victoria sobre Rāvaṇa, rey de los demonios.
Según la leyenda, los habitantes de la ciudad llenaron las
murallas y los tejados con lámparas para que Rāma pudiera encontrar fácilmente
el camino. De ahí comenzó la tradición de encender multitud de luces durante la
noche. De aqui su nombre de “fiesta de las luces”.
Y hablando de tradición, vamos a la parte que más me gusta:
Este día, las casas se limpian de forma especial y se adornan
con diversos motivos y lámparas de aceite o velas que se encienden al
atardecer. Es usual celebrar una comida compuesta de sabrosos platos y dulces,
hacer regalos a las personas cercanas y familiares, los fuegos artificiales y
los juegos. Es un excelente momento para la renovación, (sobre todo en temas
financieros), hacer limpieza general, reemplazar algunos enseres del hogar y
pintarlo y decorarlo para el año entrante. Es tradición que la diosa favorecerá
de forma especial a quienes se reconcilien con sus enemigos.
Se instala un altar en un lugar preferente de las casas donde pueda
estar presente una imagen de Lakshmí a la que se le ofrecen flores, incienso y
monedas.
En esta festividad se usa particularmente un mantra para
reverenciar a la diosa Lakshmí:
Om Śrī Mahā-Lakṣmīyai namah: ¡Om! A la Señora Gran-Fortuna
le doy reverencias.
Al anochecer se abren todas las ventanas y puertas de las casas
y en cada una de ellas se realiza un ofrecimiento de luz con una lámpara de
aceite o una vela, repitiendo el mismo mantra, para que Lakshmí entre para el
resto del año.
También se lanzan barcos de papel o lamparillas encendidas a
los ríos sagrados, cuanto más lejos vayan, mayor será la felicidad en el año
venidero y se elaboran unos diseños llamados manorā, que son unos dibujos
hechos en las paredes y que se adornan durante el festival. A la salida del sol
es de ritual lavarse la cabeza, lo que tiene el mismo mérito que bañarse en el río
sagrado Gangā (el Ganges).
Por tanto es un día especial, o un gran pretexto para abrirnos
a la renovación, dejar atrás todo lo que no queremos, y permitir que la luz de
un nuevo comienzo nos dicte el camino a seguir, con alegría, prosperidad y
abundancia.
¡FELIZ DIWALI PARA
TODOS!
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